La interna del peronismo entrerriano jamás se jugó. No hubo urnas, no hubo vanguardia de ideas, no hubo discusión. En su lugar: un escritorio, un reglamento afilado y la decisión precisa de anular toda competencia.
El resultado: cuatro listas afuera, solo sobrevivió la boleta Bahl–Michel. Una jugada tan burda como efectiva, pero vacía de legitimidad.
Es más que un error táctico: es una confesión de decadencia. El PJ entrerriano, antes mayoría incontrastable, se encamina a ser una fuerza minoritaria, desconectada de la calle y cada vez más encerrada en el aparato.
Una lista oficial sin base ni calle
La boleta de Adán Bahl y Guillermo Michel muestra un techo evidente: lleva el sello de quienes ya perdieron y cargan con la mochila de denuncias, sospechas y desaciertos.
Michel armó la candidatura con mano firme (y caprichosa): incluyó a un candidato de Crespo con tonada cordobesa, sin trayectoria, sin vínculo con las unidades básicas. Un armado de laboratorio, frío y ajeno.
Al mismo tiempo, el sello oficial tiene un ancla oscura: su vínculo con prácticas disipativas en torno al SIRA. Un sistema que fue denunciado como fuente de negocios turbios, licencias discrecionales y beneficios para privilegiados. Esa conexión con los peores veintes años, esa adaptación a un sistema clientelar y sospechoso, no se lava con publicidad.
Dos expresiones que canalizan el voto real
Aunque el oficialismo se blindó, el peronismo no desapareció: se diversificó. Y hoy hay dos canalizadores legítimos del voto:
El kirchnerismo auténtico, con Carolina Gaillard y Paola Rubattino, un frente con movimientos sociales, piqueteros, izquierda y voz territorial. Esa es la alternativa viva, con sustancia y contenido.
El peronismo no alineado, con Héctor Maya y Gustavo Guzmán dentro del Partido Socialista. No se subordina al kirchnerismo ni al aparato (ni al SIRA), y representa al voto que no se resigna ni al status quo ni a la corrupción oficial.
Una exclusión que no construye
+Cerrar la interna no fortalece: expone fragilidad. Es el acto de quienes no creen que pueden competir; prefieren excluir. Pero eso fractura, en lugar de consolidar.
+El voto popular busca otras vías. La boleta oficialista no convence y quedará atrapada en su propio techo, sostenida apenas por un núcleo burocrático que ya no manda, pero que corre para no ser corrido.
+El principio del fin
+Esto marca un quiebre. El PJ entrerriano se achica por decisión propia. Prefiere cerrojos de oficina antes que abrirse al debate. La consecuencia es clara: pierde legitimidad, base social, proyección.
+Cada elección será una advertencia: Bahl y Michel no serán recordados como renovadores, sino como quienes aceleraron el ocaso.++
NOVA