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Mafia colombiana: así operaba una de las bandas desbaratada en Concordia

Una denuncia realizada este fin de semana permitió exponer el funcionamiento de una organización delictiva que desde hace varios años opera en distintos barrios de Concordia. Tal como adelantó 7Paginas, una mujer decidió acudir a la policía luego de ser amenazada con armas de fuego por un grupo de hombres de origen colombiano que habían llegado hasta su vivienda para exigir el pago atrasado de un préstamo informal.
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Redacción 7Paginas

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La víctima, residente en la zona de Próspero Bovino y J. J. Valle, relató que los agresores arribaron en vehículos de alta gama y se presentaron de manera intimidante para cobrar una deuda. Aterrada, la mujer se encerró dentro de su casa hasta que pudo solicitar auxilio policial.

Investigaciones y registros de cámaras

A partir de la denuncia, personal de Comisaría Cuarta inició una investigación que incluyó el análisis de cámaras de seguridad instaladas en la zona. En las imágenes se observa la llegada de tres vehículos de alto valor al domicilio de la mujer. Estos registros permitieron identificar los rodados y al presunto promotor de los créditos involucrado en las amenazas.

El accionar de estas bandas no es novedoso en Concordia. A comienzos de 2024, una pesquisa de la División Criminalística derivó en siete allanamientos y la detención de integrantes del clan familiar Ayala, involucrados en un hecho de abuso de armas. Aquella investigación reveló un entramado similar: cobros violentos, préstamos usurarios y vínculos con ciudadanos colombianos radicados en la ciudad.

El negocio de los créditos usurarios

En distintos barrios se conoce que algunos residentes de origen colombiano se dedican desde hace tiempo a otorgar préstamos de dinero en efectivo a tasas extremadamente altas. Las víctimas son, en su gran mayoría, familias vulnerables que recurren a estos montos pequeños para cubrir necesidades urgentes: alimentos, transporte o incluso la compra de estupefacientes, que luego revenden para generar ingresos mínimos. En muchos casos, los jóvenes que cumplen con estas tareas son menores de edad.

La operatoria ha cambiado con el tiempo. Antes realizaban el cobro puerta a puerta; hoy, según surge de las investigaciones, canalizan los préstamos a través de referentes del narcomenudeo, quienes se encargan de las amenazas, los amedrentamientos y, en ocasiones, del uso de armas para “apretar” a quienes se atrasan en los pagos, como le paso a esta vecina.

Quienes no pueden cumplir con los plazos pactados terminan atrapados en un sistema de intereses impagables, amenazas constantes y violencia. El miedo, la vergüenza y la precariedad hacen que muchas víctimas no se atrevan a denunciar.

Un entramado delictivo que se expande

Presumiblemente grupos manejan dinero que se presume proviene del narcotráfico. La usura sería una vía para “lavar” fondos y multiplicar ganancias en barrios donde la necesidad se ha vuelto extrema. La crisis económica actual ha incrementado la demanda de estos préstamos, lo que potencia el crecimiento del negocio.

Vecinos aseguran que algunos integrantes de estas bandas logran radicarse en el país mediante vínculos con adolescentes en situación de vulnerabilidad, con quienes tienen hijos. Al convertirse en padres de un niño argentino, evitan deportaciones y obtienen residencia legal.

Además del préstamo a tasas abusivas, algunos de estos grupos operan también en la venta de droga, utilizando las ganancias para reinvertirlas en el circuito de créditos ilegales. Otros cumplen funciones de cobradores diarios en moto o como “carreros de muebles”, pasando casa por casa para recaudar el dinero.

Silencio oficial y temor en los barrios

Pese a las reiteradas denuncias vecinales, resulta llamativa la falta de respuestas firmes por parte de autoridades judiciales y de organismos migratorios. Es vox pópuli que operan en la ciudad grupos organizados que habrían llegado mediante redes de tráfico de personas, vinculadas también al narcomenudeo.

Para los vecinos, lo que ocurre es evidente; sin embargo, para las autoridades pareciera volverse invisible. Mientras tanto, quienes quedan atrapados en este circuito de usura, extorsión y amenazas conviven a diario con el miedo.

El operativo policial realizado este sanado que evitó una nueva escalada de violencia permitió exponer el accionar de esta estructura. Pero la magnitud del fenómeno muestra que la problemática no es aislada y que la presencia de estas bandas continúa representando una amenaza para las familias más vulnerables de Concordia.