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Editan un libro sobre Víctor Schiavoni, el joven entrerriano que podría ser santo

Con el título “La Tierra es para sufrir; el cielo es para gozar”, el escritor Leonardo Legrás acaba de publicar una biografía sobre Víctor Manuel Schiavoni, un joven de la localidad entrerriana de Lucas González, declarado siervo de Dios y cuya causa de beatificación ha sido recientemente autorizada por el Vaticano.
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Redacción 7Paginas

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Schiavoni murió el 7 de septiembre de 1995 a los 17 años, víctima de una leucemia fulminante que se manifestó apenas cuatro meses antes. Su historia, atravesada por la fe, el dolor y una aceptación heroica de la enfermedad, marcó profundamente al Seminario Nuestra Señora del Cenáculo de Paraná, donde cursaba el secundario como pupilo. En sus últimos meses de vida, comenzó a tejerse en torno a él una fuerte devoción, sostenida por sacerdotes y compañeros que veían en su serenidad y entrega señales de santidad.

El autor del libro, Leonardo Legrás, oriundo de Nogoyá, no llegó a conocerlo personalmente, pero ingresó al Seminario un año después de su muerte y allí se topó con su historia. “Me contaban de él, pero no llegué a conocerlo. Me acercaron lo que se presentó en Roma y así comencé a investigar su vida”, relató.

Sobre lo que lo llevó a escribir esta biografía, Legrás expresó:

“Me atrajo su determinación para vivir según lo que Dios le mostraba. Como adolescente tuvo una claridad muy especial sobre su camino. No dudaba. Era tajante en sus decisiones.”

Una vida breve, una fe intensa

Víctor nació y creció en una zona rural cercana a Lucas González. Asistía regularmente a misa y completó la primaria en el Colegio Castro Barros San José. A los 14 años decidió trasladarse a Paraná para ingresar al Seminario Menor. Nunca alcanzó a iniciar su formación como sacerdote: la enfermedad truncó sus estudios y su vida.

Fue diagnosticado con leucemia en mayo de 1995. Desde ese momento vivió casi en aislamiento dentro del Seminario, acompañado solo por algunos sacerdotes. La manera en que sobrellevó el dolor dejó una profunda impresión: no se quejaba, sonreía ante los tratamientos más duros y aceptaba el sufrimiento con una fe que muchos calificaron de ejemplar.

Algunos de sus compañeros lo recuerdan como un chico normal, retraído, bueno. Otros sostienen que hubo algo extraordinario en él, en la manera serena y hasta alegre con la que asumió su final.

Camino a la santidad

La novedad sobre el inicio formal del proceso de beatificación se conoció el 8 de julio último, durante la misa de acción de gracias por los 25 años de ordenación episcopal de monseñor Juan Alberto Puiggari, en la Catedral de Paraná. Allí, el canciller de la Curia, Hernán Quijano, leyó una comunicación del Dicasterio para las Causas de los Santos del Vaticano que autorizaba la apertura del proceso para tres entrerrianos: Carlos Rodolfo Yaryez, María Cruz López y Víctor Manuel Schiavoni.

La Santa Sede emitió el decreto Nihil Obstat (que significa “nada impide”) el 28 de marzo de 2023, paso inicial para continuar con las investigaciones diocesanas que podrían llevar al joven seminarista a los altares.

El proceso contempla distintas etapas: primero se estudia su vida y virtudes en el ámbito diocesano, luego ese informe se envía al Vaticano. Si se confirma que vivió las virtudes cristianas de forma heroica, será declarado venerable. Para llegar a la beatificación, se debe comprobar un milagro atribuido a su intercesión. La canonización, por su parte, requiere un segundo milagro.

Una historia con luces y sombras

El camino hacia la canonización no está exento de voces críticas. Algunos exseminaristas de aquellos años advierten que la figura de Víctor fue «administrada como un fenómeno» dentro de un clima muy estricto y controlado por la jerarquía del Seminario. Señalan que el acceso a él estaba limitado y que se construyó un relato en torno a su figura que no todos comparten.

Sin embargo, otros testimonios destacan su serenidad frente al sufrimiento, su fe inquebrantable y la fuerza espiritual que transmitía a quienes lo rodeaban. “La manera en que asumió la voluntad de Dios fue heroica”, afirma uno de los testimonios recogidos en la investigación de Legrás.

Víctor fue velado en la iglesia de Lucas González y sepultado en el cementerio local. Aún hoy, algunas personas visitan su tumba en busca de consuelo o con devoción.

Mientras el Vaticano analiza su caso, el libro de Legrás se convierte en una herramienta fundamental para conocer la historia de este joven entrerriano que, desde la fe y el silencio, podría convertirse en santo.

Con información de Entre Rios Ahora

Redaccion de 7Paginas