Balbi fue hallado culpable por un jurado popular el pasado 28 de febrero, en el marco de un proceso que conmovió a la comunidad. Se lo responsabilizó por delitos de abuso sexual con acceso carnal reiterado, abuso sexual simple y abuso sexual con acceso carnal, todos agravados por su rol de educador y guardador.
De la salud mental a la cárcel
Tras la condena, y luego de que el Ministerio Público Fiscal advirtiera el riesgo de fuga —al comprobarse que Balbi intentaba desprenderse de todos sus bienes—, se ordenó su prisión preventiva. Inicialmente fue alojado en la Jefatura de Policía de Victoria, pero debido a intentos de suicidio, fue derivado al Hospital Fermín Salaberry y, más tarde, al Hospital Escuela de Salud Mental de Paraná.
Allí permaneció con custodia policial hasta que el equipo tratante del nosocomio consideró que su estado de salud le permitía ser trasladado a una unidad penitenciaria. En consecuencia, Casación resolvió el envío del condenado a la cárcel paranaense para que continúe allí su detención preventiva.
Una víctima valiente y una sociedad dividida
La víctima, Nahir Segovia, tenía 13 años cuando comenzaron los abusos. Pudo contar su historia recién a los 17. Hoy, con 20 años, enfrenta no solo las secuelas de lo vivido, sino también una comunidad que, en algunos sectores, continúa manifestando miradas condescendientes hacia su abusador y desconfianza hacia su testimonio, a pesar del fallo condenatorio.
“Fue una investigación rápida y contundente. En menos de un año se había pedido la elevación a juicio, que se resolvió por el sistema de jurados populares”, explicó el fiscal Yedro, quien llevó adelante la acusación.
Balbi, que supo tener una proyección nacional en el ámbito del triatlón, hoy enfrenta el peso de una sentencia severa, producto de una de las causas más sensibles de los últimos años en Entre Ríos.
Con información de Entre Rios Ahora