Sus restos serán velados en el Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Nueva Pompeya, ubicado en avenida Sáenz al 1000 de la ciudad de Buenos Aires, donde durante años ejerció su ministerio como cura confesor. Este martes, a las 18, se celebrará una misa en su memoria, mientras que la despedida final será este miércoles 2 de julio a las 9 de la mañana, presidida por el arzobispo Jorge García Cuerva.
Una vida marcada por la fe y la humildad
Nacido en una familia profundamente religiosa —siete de sus nueve hermanos se consagraron a la vida religiosa— Dri perdió a sus padres a los cuatro años y poco tiempo después ingresó al Seminario Capuchino. Desde entonces, dedicó su vida al servicio pastoral.
Durante años fue confesor del entonces cardenal Jorge Bergoglio en el barrio de Pompeya, rol que incluso continuó cuando Bergoglio ya era Papa y lo convocó a la residencia de Santa Marta, donde Dri lo hospedó durante diez días.
El padre Dri era considerado una figura espiritual cercana, cálida y comprensiva. El propio Francisco lo definió como “un maestro del perdón y la reconciliación”, que “distribuía misericordia a baldazos”. En octubre de 2023, fue nombrado cardenal por el Sumo Pontífice en reconocimiento a su labor pastoral, aunque debido a su edad no pudo participar del cónclave de elección papal.
“No tengan miedo de perdonar”
En su primer libro, titulado “No tengan miedo de perdonar”, que contó con prólogo del propio Francisco, Dri relató uno de sus pensamientos más recurrentes: el temor de haber perdonado demasiado. Según contaba, cada vez que sentía esa duda, se colocaba frente al Sagrario y le decía a Jesús: “¡Pero fuiste vos el que me dio mal ejemplo!”.
Humilde y siempre dispuesto a escuchar, el cardenal decía: “Yo procuro ser amable, besar la mano siempre del penitente. Hay gente que me dice: ‘Me gusta venir acá porque usted me recibe con cariño’. Y además, siempre les doy un caramelo”.
Un legado espiritual
El juez eterno lo recibe ahora con la misma misericordia que él supo impartir en vida. Desde Federación, su ciudad natal, hasta las calles de Pompeya donde pasaba largas horas confesando, Luis Pascual Dri deja una huella imborrable en la historia de la Iglesia y en los corazones de quienes encontraron en él consuelo y perdón.
Redaccion de 7Paginas