La historia arranca a fines de los años 80. En 1987, Rosario Romero era candidata a intendenta de Paraná por el Partido Intransigente, muy lejos de las estructuras del peronismo que luego la cobijarían. Aquel paso coincidió con el papel central que, por entonces, comenzaba a ocupar José Carlos Halle, quien durante el primer gobierno de Jorge Busti integró el gabinete provincial al frente del área social. Tras una fuerte interna, terminó fuera de la gestión.
Los vaivenes continuaron con un salto de Halle a la Justicia, donde se desempeñó como juez, para luego —con el regreso de Busti en 2003— reincorporarse al Ejecutivo como secretario de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos. Desde ese ámbito tuvo influencia en el Consejo de la Magistratura y en el Registro Único de la Verdad, estructura mencionada por distintos sectores políticos como decisiva en la selección y promoción de funcionarios judiciales.
El derrotero de Romero también dio giros significativos. En 1999 participó de la interna del FREPASO como precandidata a vicegobernadora en la fórmula de Sergio Montiel. Ganó la interna, pero finalmente fue reemplazada por Edelmiro Pauletti. En los pasillos radicales quedó flotando una frase que marcó época —atribuida informalmente y nunca confirmada— que señalaba que “era Busti con peluca”, expresión que sintetizaba el desconcierto que generó su irrupción en aquel espacio.
Años después, con el PJ en plena fragmentación, Halle y Romero se sumaron al Frente Entrerriano Federal de Busti, desde donde fueron opositores internos del peronismo, para luego reincorporarse nuevamente al justicialismo sin mayores sobresaltos.
La gestión de Halle como intendente de Paraná quedó envuelta en fuertes críticas opositoras. Sectores de la capital lo apodaron “José Carlos Bache”, en referencia al deterioro vial de la ciudad. También circularon, en su momento, versiones y denuncias políticas sobre alquileres de maquinaria a la comuna por parte de funcionarios, aunque muchas de esas acusaciones no avanzaron judicialmente o quedaron sin documentación completa. Lo que sí avanzó fue la inserción de colaboradores cercanos en puestos judiciales o administrativos, una dinámica descripta por Página Política como una red de “laderos de Halle y Romero en la Justicia”.
Con el correr del tiempo, la figura de Romero volvió a consolidarse. En 2023, mientras el peronismo sufría una derrota provincial, ella logró quedarse con la intendencia de Paraná, posicionándose como una de las dirigentes con mayor control territorial dentro del PJ local. Su hijo, Santiago Halle, actualmente jefe de Gabinete municipal, es presentado como parte de una renovación, aunque su apellido lo conecta con más de cuarenta años de tradición política familiar.
Para algunos sectores del peronismo entrerriano, la persistencia del apellido Romero–Halle representa capacidad estratégica; para otros, simboliza una estructura que se recicla en cada época. La imagen que circula en ámbitos internos es contundente: la sede partidaria vacía, la militancia distante y, en la puerta, una metáfora repetida por la dirigencia crítica: tres topos comiendo quinotos. Padre, madre e hijo. Tres generaciones que, según esa lectura, siempre encuentran la vuelta para volver a la superficie política.
En este contexto, una parte del PJ plantea un debate de fondo: si el futuro pasa por reconstruir un movimiento amplio y participativo, o si continuará dominado por apellidos que han sabido adaptarse a cada ciclo. Mientras tanto, las estrategias, internas y acuerdos siguen en marcha. Y como señalan algunos referentes, “los topos siguen cavando”, incluso en tiempos donde la sociedad pide renovación.
Con datos Editorial La Caldera