Durante su participación en el programa La Tarde de Infobae, Kablan calificó el caso como “un plan criminal pocas veces visto”, destacando el nivel de planificación, frialdad y violencia desplegada por el acusado.
“Es tan particular este caso que, para hablar del doble femicidio, lo dejo para lo último. Porque hay un plan criminal pocas veces visto, en el que intervienen dos provincias y que va a generar dos expedientes”, introdujo el periodista.
Una trama que comenzó días antes del doble crimen
Según reconstruyó Kablan, Laurta comenzó a ejecutar su plan el 4 de octubre, cuando alquiló una cabaña en Salto (Uruguay), desde donde cruzó el río Uruguay en una piragua hasta Puerto Yeruá, en Entre Ríos. Desde ese momento, adoptó una identidad falsa con documentación apócrifa, con la que se alojó en un hotel céntrico de Concordia.
Allí contactó al remisero Martín Palacios, a quien ya conocía, y lo citó en la terminal de ómnibus. Las cámaras de seguridad registraron el encuentro. A los pocos minutos de iniciar el viaje, según la secuencia reconstruida por la policía entrerriana, Laurta lo ejecutó de un disparo.
Luego, siguió un recorrido errático por distintas localidades —General Campos, San Salvador, Villaguay, Basavilbaso, Nogoyá y Victoria—, mientras descuartizaba y abandonaba partes del cuerpo de su víctima. El torso fue hallado cerca del arroyo Yeruá, mientras que la cabeza y extremidades aún no han sido localizadas.
“Lo mató y lo descuartizó. Hay acción de animales, pero los forenses determinaron que hubo descuartizamiento. Estamos frente a un crimen de una brutalidad absoluta”, explicó Kablan.
Posteriormente, el 9 de octubre, Laurta habría incendiado el vehículo del remisero en la zona de Progreso, Córdoba, presuntamente para eliminar evidencia.
El doble femicidio: el punto más atroz del plan
Ya el 11 de octubre, y nuevamente con su identidad real, Laurta se dirigió a la vivienda de su expareja Luna y su exsuegra Mariel, en el barrio Villa Serrana, de Córdoba. Allí, según la reconstrucción judicial, las ejecutó delante de su hijo de 6 años, un niño con condición del espectro autista.
“Con el arma en la cintura, después del crimen, salió a jugar a la vereda con la criatura, que luego fue vista en cámaras jugando con un camioncito. Todo esto mientras el hombre planeaba su fuga”, relató Kablan.
Tras el doble asesinato, el femicida intentó huir con el menor, primero en taxi hasta la terminal de Córdoba, donde no pudo abordar un colectivo por no tener la documentación del niño. Luego, contrató a un remisero que lo llevó hacia Gualeguaychú.
Durante ese viaje, el chofer —identificado como Joaquín— notó comportamientos extraños. El niño se descompuso, mientras Laurta hablaba de casos policiales. “El remisero contó que el nene vomitaba y preguntaba por su mamá. Es un espanto. Este caso está lleno de horror y preguntas sin respuesta”, señaló el periodista.
Un caso sin precedentes
Para Kablan, el caso Laurta “trasciende el concepto de doble femicidio” y representa un entramado criminal planificado con precisión, que involucró identidades falsas, desplazamientos entre países, asesinatos múltiples y una crueldad extrema.
“Estamos frente a un plan criminal nunca visto. No es solo un doble femicidio: es una secuencia de atrocidades, fríamente organizadas, que dejan una estela de horror entre Córdoba y Entre Ríos”, concluyó Paulo Kablan.
Redaccion de 7Paginas