Desde ese trágico día, Irma, quien sufre estrés postraumático a raíz del hecho, no ha recibido ninguna respuesta concreta por parte del Estado municipal. Vive actualmente en condiciones precarias, sin una solución habitacional definitiva, a pesar de que los concejales de Puerto Yeruá, a través de la edil Claudia Kinderknegt, elevaron un pedido urgente para que se le otorgue un módulo habitacional de madera (casilla). La solicitud fue aprobada por unanimidad y presentada al intendente Daniel Benítez.
Sin embargo, a la fecha no se ha concretado ninguna asistencia oficial. Según denuncian allegados a la mujer, no se ha acercado ningún funcionario municipal ni se ha ofrecido un abordaje integral a su situación. “Lo único que nos queda es apelar a la justicia y poner en conocimiento a uno de los Defensores de Pobres y Menores de lo que está pasando”, expresó con indignación un familiar lejano de Irma.
En los días posteriores al incendio, la solidaridad de los vecinos fue inmediata: se le acercó ropa, alimentos y elementos de primera necesidad. Pero ahora, el reclamo se centra en algo fundamental: un techo. La falta de respuestas oficiales y la inacción de quienes tienen la responsabilidad de asistirla ha generado un fuerte malestar en la comunidad.
Mientras tanto, Irma espera una respuesta que nunca llega. Y su historia se transforma en un doloroso símbolo del abandono institucional en un momento donde la vulnerabilidad no puede esperar.
Redaccion de 7Paginas